domingo, 18 de noviembre de 2012

Carmina y los cuarenta y dos mil ciento noventa y cinco

Me dijo mi madre que su amiga Carmina estaba muy enfadada conmigo. Me extrañó puesto que no la conozco y le pregunté por qué. –Te pasas la vida corriendo carreras por todas partes y cuando llega el maratón de Valencia no lo corres y ella piensa que estás despreciando a la ciudad donde vives y, claro, se lo ha tomado mal. Quise tratar de justificarme y explicarle del mal que debía de morir su amiga Carmina pero el caso fue que decidí callarme.

Hoy domingo se ha celebrado la trigésimo segunda edición del maratón popular de Valencia. Las treinta primeras se celebraron siempre durante el mes de febrero. La de hoy ha sido la segunda disputada el tercer domingo de noviembre. Fue una decisión que originó bastante polémica en el mundillo, como ya conté en su momento, pero la jugada ha salido bien. Se ha pasado en dos años de tres mil a nueve mil participantes, la mitad de ellos de fuera de la Comunitat. Se ha promocionado intensamente la carrera en todas las ferias que se celebran en los distintos maratones. Mucha Ciudad de las Artes y de las Ciencias, con salida en el puente de Monteolivete entre el Palacio de las Artes y el Hemisferic y llegada sobre el estanque del Museo de las Ciencias. Arcos en las distintas entradas de la ciudad y en distintos puntos de la misma publicitando con tiempo la carrera. Anuncios en las paradas de los autobuses incitando a la gente a salir a animar a los corredores. Programas en la radio. Televisión. Grandes eslóganes motivadores plenos de originalidad y brillantez (¡Correr es de valientes!). Y Carmina, la que hace cuatro días ni sabía ni qué era el maratón ni que en Valencia se celebraba uno, sintiendo la carrera como suya propia y reprochando a los demás el que no la corran.

Paralelamente al maratón se ha celebrado una carrera de diez kilómetros y ésta sí que la he corrido. Ello me ha permitido, como dirían en mi pueblo, bacinear a gusto en el ambiente del maratón. Recogí mi dorsal y me di una vuelta por la feria del corredor, que ocupaba toda la parte baja del Museo de las Ciencias. Como las dos carreras salían, en teoría, simultáneamente (en la práctica ha sido un desastre) me he ido esta mañana temprano y he estado calentando por la zona de los maratonianos, saludando y deseando suerte a algunos conocidos que he visto, de tal forma que, cuando estaba en mi cajón de salida, por simpatía tenía nervios de maratón y no de diez mil. Cuando he terminado mi carrera me he ido disparado a casa para ducharme rápido e irme a un punto cercano por donde pasaba la carrera. Pensaba que iba a estar sólo y aquello estaba a reventar. Y por lo que me han comentado, salvo en un par de tramos, esto ha sido lo habitual. Y ha sido tremendo ver a los maratonianos. Las caras en el treinta y tres ya son máscaras. Y eran unos cuantos amigos los que corrían. Algunos venían en el tiempo previsto, sufriendo. Otros mucho después, padeciendo. Otros no han pasado. Alguno se ha quedado conmigo. Me he emocionado con todos ellos. Y me he sentido muy orgulloso de todos ellos por lo que han trabajado para llegar a este día, independientemente del resultado.

Así, el maratón se puede decir que ha sido un éxito. Nueve mil más los seis mil del diez hacen un total de quince mil corredores en Valencia. Hoteles y restaurantes llenos. La ciudad volcada en la carrera, una carrera que se ha convertido en parte de la ciudad. Un espectáculo que cuando he vivido fuera me ha impresionado y me ha llenado de envidia. Y ahora que está pasando en mi ciudad confieso que me da rabia. Sé que es un sentimiento que debiera avergonzarme. Sé que es un sentimiento miserable de alguien corto de miras, pero mi maratón era Valencia en febrero, el que corrí seis veces, el que siempre sentí como mío y del que siempre me sentí parte. Éramos tres mil, molestábamos, pasábamos desapercibidos, no teníamos apenas apoyo, pero éramos nosotros. Ahora Valencia ya no es mi maratón. Nos lo quitaron, como se decía antes, con nocturnidad, alevosía y premeditación. Y Carmina, puestos a correr maratones que no son míos, prefiero hacerlo en febrero o marzo o abril, aunque no tiren una mascletá en la salida. Otoño e invierno y parte de primavera para entrenar. El resto del año correr nada más. Y volveré a correr Valencia, no temas, pero ya nunca a carajo sacado. Para disputar un maratón en noviembre hay que entrenar mucho en verano. Y no. Y si te lo quieres tomar como un desprecio, podría decirte que desprecio por desprecio, pero no es el caso. Valencia sí que es mi ciudad mas su maratón ya no es mi carrera. Y que sepas que es una carrera muy hermosa. Una carrera muy grande. Lo habéis conseguido. Enhorabuena.

11 comentarios:

cucumber dijo...

Pero que raros sois los corredores, y no lo digo solo por ti, es que sois raros de verdad, aunque entiendo lo de que ya no es tu marathon.
Eso si flipo con la masificación que se ha montado, a mi me gusta ,pero me parece tan extraño.
Intenta aclararme, por que ahora corre tanta gente.. sera que por estos lares cuando no da por una cosa nos da de verdad.

Slim dijo...

no creo que el aumento de seguidores sea por haberla cambiado de mes, la verdad. Es sólo que (a tu pesar)los corredores estáis de moda!!

El Impenitente dijo...

El hecho de que correr esté de moda pienso que es otra de las consecuencias de la crisis. La gente ahora tiene más tiempo y, o no tiene dinero, o no tiene ganas de gastárselo. Y puestos a hacer deporte, nada hay tan barato como correr.

Y respecto a lo de ser raros, entre ciclistas y corredores no sé cuál sería la sartén y cuál el cazo.

GARRATY dijo...

No sé si el éxito del maratón ha sido consecuencia del cambio de fechas o que, una vez cambiado, decidieron echar el resto para no quedarse con el culo al aire. El caso es que, salvo detalles puntuales, les ha quedado un maratón muy apañado.

Los valencianos se han dado cuenta, por fin, de que la carrera pasaba por debajo de sus casas y se han decidido a bajar a animar. Más vale 32 años tarde que nunca.

La organización ha mejorado mucho. La salida aún podría pulirse pero la feria estuvo a buena altura y el marco hay que reconocer que es incomparable. Con lo que nos ha costado la Ciudad de la Artes y las Ciencias ya podemos aprovecharla. La parte mas fea de la carrera, el Bulevar sur, repleto de gente. La parte mas dura, los túneles de La Pechina, con una música atronadora que te llevaba en volandas. Vamos, que la carrera y el día lo tenían todo. De la llegada no opino porque no la vi. Ni ganas que tenía de mirar hacía allí cuando recogía mis trastos en guardarropía.

Reconozco que antes tenía un punto más romántico. Mil o dos mil incomprendidos que pasaban frío una mañana de febrero oyendo pitar a los coches.

Valencia siempre será nuestro maratón. Es la de nuestro pueblo, la primera que corrimos y en la que tenemos mejores marcas (que algún día rebajaremos). Eso sí, siempre nos quedará Berlín.

El Impenitente dijo...

Y si no rebajamos nuestras marcas que lo disfrutado en el camino compense lo que un cronómetro pueda decir (es que yo no tengo muy claro que vaya a mejorar, así que tengo al capítulo de excusas calentando porque me temo que me van a hacer falta).

Y sí, siempre nos quedará Berlín, donde los santos son más milagrosos y no sólo porque están más lejos.

P.D. Garraty, alguien que escribe como tú lo haces no puede tener el blog dormido.

J.P. dijo...

Que si empiezas con la bici y te cansas "porque en invierno hace frío".
Que si te dejas la maratón.
Que si blablabla con los que corren.

Ufff, la edad...

El Impenitente dijo...

Tengo a mis abogados (a todos) estudiando tu comentario, J.P., con la intención de meterte una querella por calumnias. El tres de diciembre empiezo ya a saco con el plan del maratón (tal vez no me lo haya dejado) y lo seguiré a rajatabla haga o no haga frío. Esta Navidad te dejo que me acompañes algún día. Puedes venir en bicicleta. Preferirás coger aceituna.

Altosybajos dijo...

Me escondí para no ver la maratón. Le di la espalda y la penitencia la aguanté en soledad.
¿Qué decir?
Me está costando volver.

El Impenitente dijo...

Hiciste la media. Eso es volver. Eso es estar.

Y te iba a decir que juegas al pádel, pero el pádel no es un deporte. Es lo que hacen los que jamás hicieron nada y se piensan que hacen algo. El cinquillo cansa más.

Slim dijo...

no estoy de acuerdo! yo solo jugué una vez al pádel y me cansé muchisimo!!

El Impenitente dijo...

¿Una ciclista que se cansa jugando al pádel? Tiene que tratarse de una errata. No puede ser.