lunes, 29 de octubre de 2012
Tanta metáfora y tan poca vergüenza
Poetas. Hay más poetas que lectores de poesía (Petrarca dixit). La poesía como forma de expresión, no como negocio.
Mal negocio es, desde luego. Ni un poeta habrá en España que viva únicamente de su
obra. Se escribe mucho. Se publica poco. Se publica algo. Rafael Fombellida, cántabro de mil novecientos cincuenta y nueve.
“Violeta profundo”. No es su primer libro de poesía publicado. Escribe y
publica. Una excepción. Juana Casimiro (Cuaderno 10) me lo sugiere para comentarlo.
Acepto. Dos partes tiene el
libro: “Campo de Marte” y “La bella homicida”. Una primera parte, quizá, sobre
el combate de vivir. Una segunda parte, tal vez, sobre la posibilidad de morir. Viene el autor de mirar cara a cara a la muerte. Dice el poeta que su poemario está marcado por “un discurso transitable,
dramático pero también irónico, simbólico pero a ratos rabiosamente
antipoético, lírico y, en ocasiones, áspero”. Dice el crítico que es un libro
de amor. Amor a la vida. Amor a Marisa, la compañera del autor, “que nunca
faltó de mi lado”. Dice el lector, tras una primera lectura, sin ninguna
información previa, desconociendo al autor y desconociendo su obra, que ir a una
librería y comprarse este libro es como ir a una carnicería y llevarse carne de perro. Tras empaparse de información (es un decir) llegó una segunda lectura
y el lector se sintió culpable por haber dicho lo que dijo (la muerte y la
enfermedad una vez más como atalaya y como excusa respetada). Y, ahora sí, la
poesía como refugio, como terapia, como bálsamo. La vida a punto de quebrarse
como un espejo, la negación de rendirse ante la muerte, a quién mira
descarnadamente, sin obstáculos, sin disfraces, sin victimismo. Poesía escrita
en la linde de la muerte. Desde dentro. Escrita desde dentro. Pero sintiendo su
olor. Olor a carne de perro. Dentro y fuera. Escribir poesía. Tantos. Leer poesía.
Tan pocos. No es extraño.
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3 comentarios:
Me chifla.
No diga Balbino, diga Maese Petenera, el del bulto escurrido y la Santísima Circunvolución del dedo y la llaga.
Je t'aime Balbino. Oh, oui, je t'aime. Oh, oui.
Oui.
Bravo por tu comentario literario.
Este coemntario es como la buena poesía. Bien escrito pero difícil de entender.
Me creo que hayas leido la obra comentada pero tu opinión sobre la misma no me ha quedado clara.
Tampoco me quita el sueño no saberlo. Desgraciadamente cuando repartieron las cuotas de sensibilidad poética estaba ausente.
Bendito padre de Jorge Manrique, le doy otra razón para que me ame más todavía: todos los años voy a Garcimuñoz a ver el lugar donde su querido hijo cayó muerto. Llego y me marcho, pues es justo la mitad de la carrera, pero peregrino hasta allí. Ahora, ya podía haber muerto en un lugar más llano, no tan hundido que luego hay que volver.
Altos y Bajos, me temo que a mí me ocurre lo mismo, que sensibilidad poética tengo poca y en poesía (y en muchas otras cosas) la línea entre lo sublime y lo ridículo es muy fina y en mis oídos casi siempre se escucha desafinado.
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