viernes, 28 de septiembre de 2012

No habrá fiestas en septiembre

Finales de junio del año ochenta y siete. Estábamos de cena en Valencia y la Sierpe comentó que se iba a Alginet, a “Isla”, a ver tocar a Danza Invisible. Nos apuntamos Luis Santángel, Ojos, Sanfélix y yo. Nunca había escuchado nada de Danza Invisible y estaba entonces de exámenes pero no lo dudé. El concierto fue memorable. Acababan de sacar “Música de contrabando” y estuvimos dando botes desde el principio hasta el final. Recuerdo que terminaron con una versión (fabulosa) del “Take me to the river”. Desde aquel momento el disco citado y un mini LP anterior llamado “Maratón” (bonito nombre) se convirtieron en dos de mis discos de cabecera, con canciones muy buenas (“El pintor y la modelo”, “El club del alcohol”, “El ángel caído”, “Ocio y negocio”, “Mercado negro”, “Espuelas”, “Agua sin sueño”, “Es probable que no sea el hombre de tu vida (pero en ese caso acabaré contigo)”, etc.), con unas letras muy efectistas, con mucha fuerza (consígueme las armas del amor entre la oscuridad, las drogas de la vida y las llaves del misterio. Gitanos ojos negros no se venden pero sí se dan. Vivir es traficar con sangre en el mercado negro), de las que te llenan la boca y el espíritu. Luego sacaron un disco en directo bastante apañado y posteriormente vino lo de “Sabor de amor” y todo lo demás que consiguió que para hablar de Danza Invisible tuviese que hacerlo siempre con la boca pequeña y matizando mucho. Aún así, no reniego de aquellos dos discos sino todo lo contrario. Los sigo escuchando y en mi vitrina particular siguen luciendo.

La última canción de “Música de contrabando” se titula “No habrá fiestas para mañana” y su letra es la siguiente:

Dudo que amanezca hoy.
Cielo y tierra bajo el sol.
De un mal sueño, de un mal sueño,
no despertarás.
No, no, no,
no habrá más fiestas ya.

El tiempo como un cristal,
mis venas cortando están.
No lo podréis celebrar,
no ya no podréis.
No, no, no,
no habrá más fiestas ya.

Después, no despertaré.
No despertaré.
Tal vez sea mejor. Entonces ríndete.
No habrá fiestas para mañana.
Abandónate. Abandónate,
como una hoja en el viento. Viento.

Una carta de despedida. De amor y de desamor se han escrito muchas canciones. De suicidios no hay tantas. Ésta es una de ellas. Letra y melodía a la par para componer una despedida poética. La belleza de la rendición. El atractivo de la derrota y su poesía. Hay elegancia en el despecho. Hay elegancia en el abandono. Y está el viento recorriéndolo todo, rematando la escena. Un viento que se grita con desesperación al final de la canción y donde todo está escrito, donde todo se entiende: la derrota, la muerte, el suicidio, la belleza.

En el disco “La vida mata” de Los Enemigos está la canción titulada “Septiembre”, quizá la más popular del grupo. La canción es muy de Josele, con su guitarra contundente, su bajo, su batería y cantada con toda su socarronería, sin apenas vocalizar, como siempre, así que la escuchas, te quedas con dos o tres frases y te piensas que es la historia de alguien que está enfurruñado con el mundo y que por eso no se “ajunta” con nadie. Hasta que empiezas a atar frases y ves que detrás de la carcasa de esta canción hay algo más. Mucho más.

¿Por qué estoy frío si hoy hace calor?
Yo iba a ser un gran tío, todo un ganador.
¿Será que no es lo mío esta competición?
¿Por qué os reís tanto delante de Dios,
delante de Dios?

Lo he intentado de corazón.
Me hubiera encantado. Lo sabes, Señor.
¿Es cierto que no tengo?
¿Es cierto que no tengo?
¿Es cierto que no tengo
ninguna vocación?

Ya es septiembre y yo no voy a estar.
En septiembre.
En septiembre no pienso vendimiar.
En septiembre,
septiembre, septiembre,
septiembre, septiembre,
septiembre...

Id a por el pan que yo no voy a ir,
ni a por la leche. Yo no voy a estar.
Antes de que me echen prefiero salir,
aunque sea abriendo la puerta de atrás,
la puerta de atrás.

Mientras los frailes vayan a rezar,
mientras los bailes sean sin mí igual,
yo besaré a la madre,
besaré a la madre, besaré a la madre,
que hoy me velará.

Ya es septiembre y yo no voy a estar.
En septiembre.
En septiembre no pienso vendimiar.
En septiembre,
septiembre, septiembre,
septiembre, septiembre,
septiembre...

Voy a estrenar corbata hoy.
Por fin haré algo de verdad.
¡Qué feliz soy!

Septiembre,
septiembre,
septiembre,
septiembre...

Otra carta de despedida. Aquí no hay elegancia. Aquí no hay poesía. Aquí sólo hay realidad descarnada. Frases que van directas a las entrañas: no es lo mío esta competición, prefiero salir aunque sea abriendo la puerta de atrás, por fin haré de algo de verdad. Y frases que te hacen sangrar por dentro: hoy besaré a la madre que me velará y ese –qué feliz soy. Una canción que te acompaña muchas veces hasta que un buen día te explota en la cara y te deja sin palabras, Una carta, como la anterior, que no espera respuesta, sin acuse de recibo. Cartas por ello muy duras, que te dejan mal sabor de boca y una desazón muy extraña. Canciones que te abrazan y te arrastran, de las que hay que escuchar teniendo siempre un antídoto a mano para no dejarte llevar por ellas. O, mejor si cabe, teniendo el antídoto que el mismo Josele Santiago escribió: no dije adiós, sólo dije hasta luego. He vuelto a nacer.

8 comentarios:

3'14 dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=xYRjGGHZAo0

Y al final lo hizo, y eligió la primera opción. Se ahorcó.


http://www.youtube.com/watch?v=Q1UifLNw970

Dicen que hace referencia a su padre...

El Impenitente dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=9jg4ekLG9Zo

Menos mal que todos los días sale el sol.

SisterBoy dijo...

Asumo que sabes la historia detrás de la canción "Septiembre"

http://youtu.be/TU0ZNYh5uHI

cucumber dijo...

Cuando se habla del pasado, se toca una tecla interior y a mi con Danza Invisible (que me gustaba bastante), no puedo evitar recordar lo mal que bailaba el cantante y lo regular que cantaba..Lo siento..es la tecla tal vez frivola e irreverente..pero los recuerdos son así.

El Impenitente dijo...

Pues no estoy muy seguro, SisterBoy. Creo que la letra está basada en una carta real que dejó un chaval gallego y que Josele leyó en un periódico, pero a lo mejor no.

Y además, Cucumber, tenía el tic de tocarse el pelo y lo hacía constantemente. A mí no me disgustaba cómo cantaba y me gustaba cómo se movía y cómo llenaba el escenario, pero eso fue en aquella época, cuando se lo perdonaba todo. Después, efectivamente, cantaba con las nalgas y bailaba como una morsa. Pero eso fue después.

Sanfélix dijo...

Esta madalena de Proust venía cargada por el diablo. Isla, Alginet, el Inmutable, Santángel. ¿En qué coche fuimos? ¿En el R5? ¿En el Fura? El 87, ay. Empecé a buscar en el Spotify a Danza, pasé por los March Violets, Talking Heads, Dream Syndicate, Paraíso y, una cosa llevó a la otra, acabé aquí. Absolute Eau de Santángel:

http://www.youtube.com/watch?v=Eui5Yc8wUNg

El refocile nostálgico pudo haber terminado mucho peor. Pero Simona, Daniela y Tiziana me devolvieron a 2012. Intimissimi. No te digo más.

El Impenitente dijo...

Por un momento todo pareció como antes.

Creo que fuimos en el tres ochos. Y qué bonitas son esas derivas musicales. Gran invento el Spotify.

No termino de estar muy convencido con Intimissimi. A veces dudo y pienso que tal vez me decante por Calvin Klein.

http://www.youtube.com/watch?v=ZD6YbAUflHY

Buenos tiempos para la publicidad.

Sanfélix dijo...

Como decía el hijo de mi amigo J. a propósito de estos viajes espacio-temporales "la Máquina del Tiempo es al mismo tiempo un gran avance y un gran retroceso".

No puedo decantarme. No puedo.